Si uno observa con atención la distribución de cargos de concejales para cada fuerza política, se puede advertir que hay una desigualdad manifiesta. Fuerzas que superaron a otra por pocos votos obtienen un concejal más, fuerzas que casi duplican en votos a la que le sigue obtienen 4 y 3 lugares, respectivamente, y fuerzas que sacaron más de 10.000 votos se quedan sin representación.
Esto es así porque en la provincia, y sólo para concejales, existe un sistema perverso (de cociente y resto), complicado e inútil, que en lugar de repartir proporcionalmente para que cada sector de la población esté representado debidamente, favorece generalmente a los partidos más grandes. Con un agravante: importantes sectores de la ciudadanía se quedan sin ningún representante.
En zona norte, en promedio, un 13 por ciento de votantes positivos se quedó sin representación, con extremos del 5% en Tigre y del 25% en San Martín.
Si a eso se le agregan los votos en blanco y nulos, las cifras suben casi un 10% más. Y finalmente, sumado el habitual 30% de abstención, se puede ver que la mitad de la población no está representada en los Concejos Deliberantes Municipales.
Por qué cuando se pide más participación no se piensa en escuchar a todos...
Que las minorías estén mejor representadas y tengan su espacio, seguramente contribuiría a que haya mayor interés por la política, mayores deseos de cooperar con los sus representantes y afianzaría la joven democracia que hoy, pese a todo, se puede disfrutar.
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