Después de la manifestación de fuerza realizada por la
Sociedad Rural Argentina en su tradicional feria, donde consiguió reunir al arco opositor de centro derecha detrás de sus exigencias, saltó a escena un nuevo polo opositor.
El martes pasado el peronismo disidente concurrió a la casa del CEO (el capo que le dicen) del Grupo Clarín,
Héctor Magnetto, para cerrar una alianza con vista al próximo proceso electoral. El
Grupo Clarín, lejos ya de su pasado desarrollista (cuando comandaban Rogelio Frigerio y Oscar Camilión), pasó decididamente a la acción política desde la extrema derecha, en una entente donde colocó a los máximos representantes del sector:
Mauricio Macri, Eduardo Duhalde, Felipe Solá, Francisco de Narváez y Carlos Reutemann.
Las cinco figuras más presidenciables que tiene hoy el grupo, son la garantía para proyectar las políticas que el Grupo necesita para llevar a buen término sus empresas en el país, tal como lo ha venido haciendo con todos los gobiernos, por acuerdo o por presión, desde la década del ’60.
La noticia fue ‘filtrada’, casualmente por el diario La Nación, uno de los posibles aliados del sector, quien junto con los sectores más ricos del campo llevan adelante una política de presión permanente sobre el actual gobierno, al que acusan de querer sacar los pies del plato del gran acuerdo empresarial político que viene mandando en el país desde hace muchos años.
Poco se sabe de lo que hablaron y lo acordaron, pero ya hubo reacciones del oficialismo. El diputado del bloque del Frente para la Victoria, Agustín Rossi, cree que “el peronismo disidente parece haber elegido ser la pata peronista de las corporaciones”, mientras que un diario felicitaba a Magnetto por pasar decididamente a la acción política sin el resguardo de la supuesta “objetividad informativa”.
Por lo menos, dicen algunos periodistas, ahora se va transparentar un poco la mala onda del Grupo, que en todos sus medios, gráficos, radiales y televisivos, ataca en todo momento, bajo cualquier circunstancia y sin medida, absolutamente todos los actos del gobierno, aún aquellos más simples.
Según dejaba trascender el diario Página/12, según allegados a Macri, la cena fue organizada por Magnetto para anunciarle a Mauricio que él iba a ser el candidato, siempre y cuando se lo consiga desprender de la acusación de haber montado un sistema de escuchas ilegales contra sus opositores, familiares de víctimas de la DAIA, familiares y empresarios enemigos.
Los medios concentrados, la Sociedad Rural, las cabezas del peronismo de derecha, junto a la Unión Industrial (no se puede olvidar que en la misma semana se produjo una reunión donde los grandes grupos económicos querían volver al neoliberalismo, encabezados por el mismo Magnetto), pueden significar el más duro rival para las aspiraciones de ambos Kirchner.
Mientras tanto, las fuerzas de centro izquierda: Alfonsín, Solanas y otros grupos, parecen haber sido relegados (por lo menos por los medios concentrados) en el armado de un frente progresista que no se embandere tan espectacularmente con el establishment más recalcitrante.
Por su parte, Agustín Rossi aseguró: “nos encontramos con una oposición que ha resignado su libertad y lo único que hace es llevar adelante los designios de distintos sectores corporativos”. Mientras, irónicamente, el diputado Carlos Kunkel opinaba: “Si el señor Magnetto decide ser candidato a presidente y lo pone a Mariano Grondona como jefe de Gabinete y a Martínez de Hoz como ministro de Economía, hay que respetarlo”.
Felipe Solá fue uno de los pocos que habló por el Grupo: "el señor Magnetto quería escuchar qué opinábamos de diversos temas", dijo suelto de cuerpo.