Dijo Ricardo Molinas, a cargo de la Fiscalía Nacional de Investigaciones Administrativas: "la vida de Papel Prensa no por corta ha dejado de ser azarosa y plena de vicisitudes lo cual la ha convertido para la opinión pública en una etapa con nombre propio de la historia argentina reciente (...) Sin olvidar las constantes reclamaciones de los otros periódicos por presuntos privilegios conferidos a la empresa por el Estado Nacional, Papel Prensa ha sido motivo de duras y públicas polémicas y de intricados y, por momentos, abstrusos trámites judiciales y administrativos."
Algunas de las observaciones: "El precio (pagado por las acciones de Papel Prensa) fue objetado por bajo en el juicio sucesorio por el representante del Ministerio Público lo que motivó que diez años después de la venta no estuviese aún aprobada por la oposición de quien tutelaba los intereses de la hija menor de David Graiver (...) La Junta de Comandantes sin hacer ninguna referencia a estos hechos y sin realizar ninguna acción tendiente a desbaratar el negocio realizado por los Graiver y Montoneros, trató y aprobó la transferencia del paquete accionario (a los tres diarios) sin denunciar las irregularidades comprobadas:” (…) "queda claramente demostrado que la conducta del Presidente de la República de facto (Videla) implicó un grave abuso de autoridad al autorizar la prórroga del contrato sin que se diesen los extremos que el contrato fijaba como necesarios."
"El resto de los periódicos individualmente o agrupados de las distintas entidades representativas como la Asociación de Entidades Periodísticas (ADEPA), la Asociación de Diarios del Interior (ADIRA), la Asociación de Diarios Entrerrianos (ADDE), la Asociación de Prensa Técnica Argentina (APTA) sostenía públicamente que las medidas protectoras de la producción de Papel Prensa en especial las Aduaneras resultaban manifiestamente inconstitucionales por atentar contra la libertad de industria y comercio y la libertad de prensa y, además, creaban un monopolio papelero en manos de los tres diarios que constituían la competencia."
Dictaminó Molinas: "(que) el Poder Ejecutivo adopte los recaudos tendientes a declarar la nulidad, al menos parcial de los convenios y evitar los perjuicios que puedan acarrear al erario público" y denunció a Videla por los delitos de encubrimiento, abuso de autoridad, administración fraudulenta y a Massera y Agosti por incumplimiento de los deberes de funcionarios públicos y encubrimiento y a Martínez de Hoz por incumplimiento de los deberes de funcionario público y administración fraudulenta.
El 12 de abril de 1989 el juez Néstor Blondi resolvió declarar la causa "extinguida por prescripción de la acción (penal)". Y un año después, Jorge Pinzón, el fiscal que reemplazó a Molinas, ordeno archivar sin más trámite".
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