Ya son varias las noticias que muestran la fragilidad de ciertas alianzas a la hora de las elecciones. Los tira y aflojes de Macri, De Narváez y Solá son bien conocidos, y si la alianza se pudo concretar finalmente fue debido al reconocimiento de su propia debilidad por parte de Felipe Solá.
Sin el dinero a raudales del ex empresario de casa Tía, y sin la trascendencia de Mauricio (gracias a Boca, la experiencia como Jefe de Gobierno de la Ciudad y, claro, el poder de papá), solo le restó una experiencia opaca como gobernador, que apenas sobrellevó (como otros cargos anteriores) con aquella actitud que supo confesar a CQC en un reportaje: “para sobrevivir hay que hacerse el boludo”.
Para colmo, dentro de esa alianza llevó como aliados a lo más impresentable del peronismo en la provincia, por lo menos para la visión del “peronismo copetudo” de Macri-Narváez: Duhalde y sus principales espadas en el conurbano.
Por supuesto que Felipe puede decir que también De Narváez tiene su pasado como promotor de Menem, pero para el empresario está claro que no existen las ideologías sino el dinero y el poder, y a nadie extrañaría que el ascensor mediático lo llevara por los caminos más inesperados.
Lo cierto es que, como señala el matutino La Nación (que parece apostar fuerte por el colorado) no sólo el apellido Solá aparecerá mucho más chico que el de su aliado en las boletas electorales, sino que su gente casi no aparece en las listas. Al fin su figura se desvaneció, y sólo parece servir de fachada para que las huestes duhaldistas empiecen a recuperar espacio, con discreción, con miras al 2011 (o para más adelante) detrás de Francisco De Narváez
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